Hace años tenía la costumbre de dormirme escuchando música. Ponía algunos programas de radio (Vuelo 605, Onda2…) o, más recientemente, las canciones de mi mp3 y, en la oscuridad, sin mis otros sentidos distrayendo al oído, sentía las canciones más intensamente que en ninguna otra circunstancia, y los mejores momentos solían suceder en ese resbaladizo estado de tránsito entre la vigilia y el sueño. A veces tenía la lucidez de apagarlo antes de sumirme en el sopor, pero otras terminaba sucumbiendo bajo el influjo de alguna melodía especialmente evocadora.
Más tarde, cuando hijos y otras circunstancias empezaron a perjudicar mi sueño, abandoné esa costumbre a la que a veces echo de menos.
Y es que, no sé si a vosotros os pasará igual pero, salvo en conciertos, encuentro pocas veces ya tiempo para simplemente escuchar música, sin hacer nada más, con los ojos cerrados, tener toda la atención en lo que está sonando. Paradójicamente, cuando tenemos a nuestra disposición cualquier música en cualquier momento, no encontramos tiempo para dedicárselo en exclusiva.
Muchos compositores se quejan de que el oyente se ha vuelto vago. Exigen esfuerzo, concentración, apertura de mente, poner de tu parte toda tu capacidad y conocimientos para penetrar en su sofisticado trabajo y admirar lo inteligente que es, pero esa poca predisposición que tenemos últimamente a la actividad concentrada, con infinidad de distracciones tentándonos continuamente, pone difícil esa escucha activa. Por eso algunos creadores buscan todo lo contrario.
En 2015 el compositor alemán Max Richter publicó SLEEP, un titánico trabajo compuesto por 204 piezas que conformaban un viaje exploratorio al universo del sueño. La obra, de una duración aproximada de ocho horas, tenía como destino encarnarse en compañera del acto de dormir, para guiarlo, sin tratar de inducirlo deliberadamente, ni tampoco de frenarlo. Absolutamente simple, minimalista y repetitivo, esta ¿música? busca inducirnos al trance proporcionando un paisaje sonoro en el que sumirnos y adentrarnos en el sueño. Richter, un referente del estilo llamado “post-classical”, trabajó para esta composición con un neurocientífico con el fin de estudiar el efecto de la música en el subconsciente y su relación con el sueño y define SLEEP como “una nana para el mundo moderno”, “un manifiesto para un ritmo más lento de la existencia”.
Música para escuchar en la oscuridad, cuando los sonidos de la realidad se apagan y nos sentimos inquietos por si al cerrar los ojos se nos aparecerán los fantasmas, los miedos, los pesares.
El vídeo es un fragmento de un concierto que Max Richter llevó a cabo a principios de año en un auditorio con 150 camas en las que los participantes podían cerrar los ojos, acostarse, dormir, incluso roncar.
¿Te gustaría vivir esa experiencia? el año pasado se celebró en Los Veranos de la Villa un concierto de este tipo, y probablemente será difícil que aparezca otra oportunidad, pero siempre puedes escucharlo en tu casa mediante alguna cuenta de música en streaming como spotify (que sea premium, porque los anuncios romperán toda la magia), o adquiriendo los mp3.
Dulces sueños.
Más información: Blog Voz de los vientos