Usar o no usar “líneas-guía” para la afinación, that’s the question.

La clave de todo este tema es que no hay “un sitio exacto” que podamos marcar, siempre es aproximado, con lo cual, si tenemos marcas, no van a ser suficientes si no utilizamos también nuestro oído para comprobar, en cada momento, que las notas que estamos tocando son correctas.

La afinación no depende sólo del lugar en la cuerda, también influye cómo pisamos con la yema de los dedos y cómo usamos nuestro pulgar. De ahí que sea muy importante desarrollar nuestro sentido del tacto y tengamos en cuenta la información propioceptiva que nuestro cuerpo nos está mandando.

Además, hay que tener en cuenta que la afinación en el violín es pitagórica, no temperada, lo que significa que no todos los semitonos son iguales, por lo tanto hay tonos más grandes que otros. En el piano y la guitarra no hay diferencia entre un do sostenido y un re bemol, se tocan el la misma tecla o traste, pero esto no ocurre así en el violín. Ese es el motivo por el que el violín no tenga trastes. En el violín no es lo mismo tocar un mi sostenido que un fa natural, por ejemplo. Poner las líneas-guía sería como poner trastes de forma artificial.

Lo ideal para aprender a afinar es entrenar nuestro oído para que aprenda a distinguir los intervalos, la distancia entre dos notas. Necesitamos comparar un sonido con otro. Nuestro oído memoriza la diferencia de altura que hay entre ellos. Interiorizando esas distancias podremos, tocando la primera nota, imaginar cómo tiene que sonar la segunda, la escucharemos dentro de nosotros antes de poner el dedo (a eso lo llamamos utilizar nuestro oído interno) y, después, la podremos comparar con la que ha sonado en realidad. Si coinciden, perfecto, hemos afinado; si no, necesitaremos saber si ha quedado más alta o más baja , para poder corregirnos.

A esto lo llamamos afinación relativa, porque para afinar no escuchamos un sonido de forma absoluta, sino en comparación con otro. Este es el motivo por el que tampoco nos servirá utilizar el afinador electrónico para afinar cada nota, porque el afinador nos dice cómo están de manera absoluta, aisladas unas de otras, pero a nosotros nos interesan las distancias de una nota a la siguiente, los intervalos. Por eso quienes poseen el tan famoso “oído absoluto” no necesariamente tocan o cantan afinados.

Además, hay que tener en cuenta otra cosa importante: los intervalos van a depender de la tonalidad en la que estamos tocando.

Todo esto hace que el tema de la afinación sea muy complejo. Conviene profundizar poco a poco, a medida que vayamos teniendo más claros los diferentes elementos que forman el Lenguaje Musical y manejemos con soltura los conceptos teóricos.

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