La Primera Guerra Mundial hizo que compositores como el gaditano Manuel de Falla o el sevillano Joaquín Turina regresaran a Madrid ante la inestabilidad que se vivía en París. Por la misma razón, artistas de la talla de Diaghilev o el joven pianista Arthur Rubinstein decidieron buscar lugares pacíficos como España, mientras otros como Igor Stravinsky prefirieron trasladarse a Suiza.
Esto propició que Falla y Rubinstein se conocieran en España y que Stravinsky y el director de orquesta suizo Ernest Ansermet lo hicieran en el país helvético. Eran malos tiempos para el compositor ruso y Ansermet le pidió a Falla que hablara con el célebre Rubinstein para que le encargara una obra con la que aliviar su precaria situación económica.
La reacción del pianista polaco-estadounidense de origen judío no pudo ser más generosa. Encargó y pagó a Stravinsky la Piano Rag Music y a Falla la Fantasía bética.
La Fantasía bética contiene la música del mejor Falla, aunque no sea una obra de fácil asimilación para el oyente. A pesar de ser una obra para piano solo, de duración intermedia, llena de profundo virtuosismo y con la esencia de Andalucía muy profundamente sentida, no fue estrenada hasta el 20 de febrero de 1920.
El pianista Jorge David Jacobo nos propone su visión de la Fantasía ética en la interpretación que hará el lunes dentro de la Semana Grande de Cajamurcia en un concierto del ciclo Cuadros con Música. Para él, “es una obra con muchos momentos especiales, como en el que aparecen los quejíos flamencos a través de mordentes que imitan a la voz desgarrada, una canción de cuna o un intermezzo. En la obra está todo muy conectado, pero destacaría cómo Falla plasma el sentimiento del pueblo gitano y su expresividad a través del flamenco”.
La composición tiene distintos ritmos y cambios de carácter que para Jorge David están muy bien enlazados con todo: “intento entender lo que querría decir el compositor en ese momento”. En cuanto a los glissandi del piano que imitan al arpa, este joven músico los considera elementos sonoros y expresivos muy poderosos y por ello intentará sacarles el máximo valor musical posible.
Jorge David Jacobo nació en Santomera dentro de una familia muy interesada por la música. A los tres años la interpretación ya formaba parte de su rutina diaria y un año más tarde participó en audiciones y recitales en el Auditorio Pedro Terol y el Teatro Circo de Orihuela. Ha tenido la suerte de recibir enseñanza de distintos profesores y por ello le planteo la comprometida pregunta sobre qué ha recibido de sus maestros: “Sí, es algo difícil. Cada uno me ha aportado cosas cruciales. Mi madre me educó el oído absoluto y me inició en la música; Carlos Sáez me metió de lleno en ella; Tamara, con su didáctica tan propia y ejemplar me ha hecho (y sigue haciendo) trabajar y ver este arte desde otra perspectiva. Antonio Narejos me enseñó a reflexionar sobre la música y la conexión que tiene ésta con otras artes; Pilar Valero, me habla de la música con una visión tan visceral como desconocida hasta ahora para mí”.
Para tocar obras de la dificultad de la Fantasía bética, Jorge David tiene que dedicar muchas horas al estudio de las partituras: “Es cuestión de organizarse, pero tienes que estudiar todos los días un mínimo de horas para tener los dedos y la cabeza fresca”.
El programa de la 26ª edición de Cuadros con música se completa con una selección de las Escenas del bosque de Schumann y los Estudios nº 1 y 3 de piano de Liszt.
Lunes 15 de octubre, 20 h. Aula cultural de Cajamurcia de Gran Vía. Cuadros con música (XXVI). Conferencia sobre la obra “La Fuensanta” de Julio Romero de Torres impartida por el catedrático de Historia D. Francisco García García. Obras de Falla, Schumann y Liszt. Jorge David Jacobo (pianista). Entrada libre hasta completar aforo.
