Las historias de amor cobran intensidad al amparo de la noche porque la oscuridad nos protege de lo cotidiano, del linaje, del destino, de la moralidad y del entorno social. Para Tristán e Isolda, el crepúsculo es el único marco posible para el añorado encuentro amoroso. Pero esta anhelada unión eterna entre los amantes se ve continuamente amenazada por el ritmo circadiano que, de manera inevitable, hace que el día siga a la noche y que la luz los devuelva al mundo real.
La música de Liebestod con la que termina el drama Tristán e Isolda es tan impresionante como la del preludio que ya hemos comentado. Además de las versiones originales para ópera (con soprano) y para orquesta (sin canto) escritas por Wagner, existe la genial transcripción del Liebestod de Franz Liszt, suegro del compositor, que analizaremos con la ayuda del pianista internacional Ruben Micieli.
Ruben conoce muy bien la partitura de una obra que enriquece con su talento y creatividad. Por ello, es un privilegio hablar con él del Liebestod: “Los primeros cuatro compases de la pieza representan la muerte de Tristán y el primer acorde es precisamente el de este personaje [0:06]. Podríamos decir que son una introducción a la escena en la que Isolda encuentra muerto a Tristán”.
A continuación aparece en pianissimo la misma melodía del fragmento “So starben wir, um engetrennt” (“Así moriríamos para estar más unidos”) perteneciente a la parte final del segundo acto de la ópera, compuesto en la tonalidad La bemol mayor, que representa a la noche y a la muerte. Estas notas constituyen el célebre leitmotiv Muerte de amor [0:29] siempre reconocible al oído aunque sufra cambios a lo largo de la partitura: ”Precisamente Wagner se caracteriza por emplear un tema y modularlo constantemente creando la melodía infinita. Además, el registro de este leitmotiv va aumentando gradualmente hasta llegar a un enorme crescendo rossiniano que termina alcanzando el clímax”.
Después del crescendo hay una parte muy interesante en la que el piano imita el sonido del arpa creando ondulaciones de pasión [3:40]. Sobre este aspecto, Micieli opina que: “Este gran arpeggione es uno de mis momentos favoritos porque el corazón arde en un fuego de amor”.
Otro leitmotiv clave en el Liebestod es el Éxtasis de amor que aparece por primera vez en [2:15-2:20] y luego en [2:27-2:32; 2:40-2:45 y 2:54-2:59.]. Es una sección que fascina a Micieli por la manera en la que Wagner entrelaza las voces y crea una polifonía maravillosa para el pianista: “Hay que destacar la habilidad de Liszt para transcribir una pieza tan compleja”.
El tercero de los leitmotiv importantes es Pasión fatal en el que Wagner logra un golpe de efecto con el acompañamiento. Ya les hablé de esto en un post del verano de 2013 titulado Arritmias intencionadas (Ver: https://blogs.laverdad.es/musicainesperada/2013/08/24/arritmias-intencionadas/). Es fantástica la intención con la que Wagner inserta de forma irregular los tresillos para agitar el corazón del oyente y con la que posteriormente detiene el latido con una ligadura hasta la primera nota del siguiente compás [4:42-5:34]. Ruben Micieli suscribe esta percepción: “Wagner realmente es un maestro en esto y sabe perfectamente como representar el concepto de la pasión fatal como un tipo de amor tan intenso capaz de volvernos locos. Así, en pocos segundos acelera y ralentiza nuestros corazones. En mi opinión, lo que hace que esta parte sea tan impresionante es el contraste dinámico entre forte y piano subito.”
Ruben Micieli opina que el concepto de sueño de amor tan idealizado y transfigurado que propone Wagner, solo puede alcanzarse con la muerte. Con su poder de encantamiento, la pasión fatal se apropia del intelecto y llegar a provocar un estado de deliro en las personas: “Cuando interpreto este fragmento, pienso en ese vacío que te deja sin aliento y trato de polarizar la dinámica tanto como me sea posible
El crescendo [5:35-5:54] es uno de los momentos con más poder emocional para Ruben: “Representa la progresiva agitación de Isolda hasta alcanzar una suerte de éxtasis donde la intensa perturbación mental la llevará a la muerte para alcanzar la paz y la serenidad”.
El final del Liebestod tiene gran trascendencia merced al diminuendo hacia dolcissimo que figura en la partitura [6:02]: “Para mí representa el momento de la muerte de Isolda donde Wagner nos remite al acorde de Tristán. Morir por amor es el gesto más grande que se puede hacer por la persona amada. Isolda no contempla una vida sin Tristán y lo sigue a la muerte para estar en paz junto a él. En los últimos cinco compases la música experimenta una maravillosa disminución que refleja la lenta extinción de Isolda y sus ultimas respiraciones jadeantes antes de morir”.
Ya hemos dicho que la música de Tristán e Isolda fue audaz en su tiempo por el cromatismo y los cambios de tonalidad. Desde que escuchamos el acorde de Tristán al principio de la ópera, Wagner nos deja en un estado permanente de inestabilidad e inseguridad. Tras cuatro horas de ópera y haber recorrido el espectro armónico, por fin llegamos al territorio conocido que representa la tonalidad Si mayor con la que termina la obra. Pero antes del final, el compositor nos devuelve a la calma con un acorde de Tristán en Mi menor [7:16], para que, por fin, podamos reclinarnos tranquilos en el sofá de casa.