Los fundamentos del bluegrass, parte 1ª: la historia

Amo el bluegrass. Mejor dicho, amo tocar bluegrass. Es un estilo que relaciono inmediatamente con estar con amigos compartiendo música, risas, cervezas y tiempo libre.

Una banda de bluegrass estándar se compone de guitarra, banjo, contrabajo, mandolina y violín, con la posible participación de armónica y dobro. Además, los temas pueden ser cantados, con características armonías vocales en los coros o puramente instrumentales.

Pero para conocer exactamente qué es este estilo y de dónde y cómo surgió debemos repasar un poco de historia.

La historia de la música popular norteamericana es una historia de migraciones y fusiones. Millones de seres provenientes de todo el mundo, de grado o por fuerza, habitaron un territorio casi virgen (lamentablemente, que yo sepa, en esta historia los nativos norteamericanos no tuvieron apenas influencia) en el que prácticamente había que comenzar de cero, con la herencia cultural y material de cada uno como única referencia.

Y la más extensa comunidad fue desde luego la proveniente de la inmigración anglosajona, sobre todo irlandesa, inglesa y escocesa, cuya cultura aportó la música celta, con sus melodías pentatónicas, sus querencias por modos como el dórico o el mixolidio, sus interpretaciones cíclicas interminables, sus ornamentos e improvisaciones, y sus instrumentos totémicos, entre los cuales estaba, por supuesto, el violín.

La música popular era (y es) una herramienta para la fiesta. La fiesta es una herramienta para el baile. El baile es una herramienta para el cortejo. Y el cortejo ya sabemos para qué es. Por eso todos los temas rurales de los viejos tiempos en la América blanca profunda comenzaron siendo melodías de baile, danzas, por decirlo de algún modo, recicladas de los viejos jigs ternarios, y convertidos, con el tiempo, en el alma del ocio de la vida rural.

Fue especialmente fructífera la producción musical en los montes Apalaches, donde vivían los llamados hillbillys, y es ese el corazón del estilo que estamos tratando (en otras zonas como Louisiana la influencia francesa dio lugar al mundo cajun, del que ya hablamos en otra ocasión, y que también influyó de alguna manera en el bluegrass).

Poseer un violín como herencia familiar de los antepasados de Europa era a veces la única y principal opción para disponer de un instrumento como tal (pensemos que los instrumentos grandes son difícilmente transportables). El fiddler era a veces el único ejecutante, acompañado o no por un cantante, y tenía que interpretar tanto la melodía como un ritmo claro y preciso para guiar y estimular a los danzantes.

Es imposible conocer con exactitud cómo era la música a finales del XVII y principios del XIX, pero podemos hacernos una idea escuchando a algunos artistas en particular. Frank Fairfield es, en mi opinión, un músico muy fiel a los sonidos originarios del Old-Time. No hay más que ver su estilo de sostener el violín y el arco, absolutamente ajeno a la academia: lo sostiene apoyado en el antebrazo, dejando toda la mano en el mástil, mientras que la mano izquierda sostiene el arco mucho más arriba que el modo clásico, apoyando el peso de su mano, ya que el arco nunca se levanta porque nunca se separa de las cuerdas. Es maravilloso verle y escucharle:

Pero a menudo se sumaban al fiddler (que actuaba también de dance caller o director del baile), voluntarios que, excitados por la música, se hacían con cualquier trasto para con los que hacer ritmos y participar en la fiesta: tablas de lavar, cucharas, huesos, arpas de boca improvisadas, cachivaches que han terminado creando un mundo sonoro singular y característico, que no dejamos de reconocer en cuanto comienzan a sonar.

Más tarde, o quizás al mismo tiempo, la influencia africana se empezó a sentir cuando muchos blancos se inspiraron en un instrumento construido a partir de una calabaza que sólo tocaban los esclavos negros y sus descendientes, cuya concepción habían traído de su África natal: era el antecesor del banjo, inicialmente sin trastes ni resonador y que, aunque al principio se limitaba a tocar la misma melodía que el fiddle para remarcar el ritmo en una tonalidad más baja, poco a poco evolucionó y enriqueció su técnica hasta convertirse en un instrumento tan importante como el propio violín. Y así se formó la pareja banjo-violín, un dúo irresistible que (sin querer menospreciar al resto de instrumentos) están en el corazón y origen de toda la música rural norteamericana.

El resto de instrumentos fueron incorporándose poco a poco: por supuesto la hoy imprescindible y omnipresente guitarra y sus parientes: o el dobro y la lap steel guitar; la mandolina sobre todo (violín de los pobres lo llama perversamente alguno) pero también el dulceimer, el chelo o contrabajo, diversos tipos de harpas…

Y por supuesto, el high lonesome sound esa forma de cantar entre nostálgica y hillbilly, que algunos sitúan con el bluegrass como nacimiento pero que viene de muy atrás.

Pero como ocurre siempre, la música creada para bailar se termina transformando en música para escuchar. Los instrumentistas comienzan a tocar simplemente porque les apetece, porque se les ocurren ideas, porque lo necesitan. Las canciones salen del medio rural y comienzan a emitirse por la radio, se suceden éxitos y muchos músicos se profesionalizan y vuelven famosos, popularizándose globalmente estilos que inicialmente sólo tenían alcance global.

Uno de mis temas favoritos es Willwood Flower, aunque no lleve violín, escuchad esta maravillosa forma de cantar, jugando a adelantarse y atrasarse con la melodía, y esos coros perfectos:

Así que ya hemos visto cómo mucho del carácter del bluegrass ya existía en el medio rural. Sólo faltaba una figura que perfeccionara, redondeara, y subiera un peldaño en virtuosismo y sofisticación este estilo para terminar de dar forma al estilo.

Lo que sucedió fue que, en 1939, Bill Monroe, un músico de Kentucky, reunió por primera vez una banda a la que bautizó como “Bill Monroe and the Blue Grass boys”. El nombre de Blue Grass hace referencia a una zona conocida como “región Bluegrass” (Bluegrass region), que incluye el norte del estado de Kentucky y una pequeña parte del sur del estado de Ohio. y cuyo nombre hace referencia a la blue grass o hierba azul, una gramínea del género Poa, frecuente en la zona.

El éxito de esta banda provocó que su nombre terminara aplicándose a cualquier tema que se pareciera a los que ellos interpretaban. Obviamente, el término Old-time (que se acuñó más tarde para englobar todo lo anterior al bluegrass) no existía entonces, en aquella época era más común denominarlo como música hillbilly, pero como este nombre podía usarse peyorativamente como “paleto montañés”, cosa que no encajaba tanto con el elegante Bill Monroe y sus chicos, finalmente fue siendo sustituido hasta que en los años 50 ya se denominó definitivamente bluegrass.

De modo que fue esta banda la que definió el estándar clásico del bluegrass, tal como se sobreentiende hoy en día, tanto en componentes (violín, banjo, mandolina, guitarra y contrabajo) como en características musicales: un sonido hillbilly con esteroides, más influencias del blues (uso ocasional de intervalos de tercera menor junto con la tercera mayor), del ragtime (ritmos) e incluso toques jazzy (gracias a violinistas como Vassar Clements).

Y también se definieron rituales que aun hoy se respetan en las jam sessions de bluegrass y old-time que se siguen tocando en todo el mundo: las canciones se tocan en ciclos hasta que todos los instrumentistas solistas han realizado uno o más solos sobre la cadencia de acordes, de modo que un tema puede alargarse todo lo que el maestro de ceremonias (a menudo un guitarrista o mandolinista) decida.

Un ceremonial que tiene sus reglas (aunque cada uno tiene las suyas, y depende de si es un grupo de amigos o algo más serio) de las que hemos encontrado este ejemplo. 

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